O quizás, “algo más que calderilla, por favor”. Y es que la situación de las instalaciones en Balaídos acumula tantas necesidades que definir prioridades podría parecer complicado. Tras la publicación del vídeo del atleta olímpico David Gómez denunciando el lamentable estado de las pistas en su totalidad, parece que algo empieza a moverse.
Algunas deficiencias son fácilmente subsanables por la Delegación local, en convenio con el Concello: sustituir esa colchoneta de altura rota por la que está guardada y pagada; arreglar la jaula de lanzamientos, que ya está presupuestado y contratado; mejorar los fosos, reparar la tarima o reponer cristales.
La lista es tan larga que sobra en que ocuparse. Pero que no crean ni por un momento que compran el silencio de unos atletas que ya han rebasado todos los límites de tolerancia. El estado de las instalaciones bajo las gradas es tercermundista, no se arregla con una mano de pintura ni dos botellas de lejía. El gimnasio no se completa con otra colchoneta y un par de pesas. Y la gran asignatura pendiente: poder entrenar bajo techo, cosa que ya se hace en todas las otras ciudades gallegas.
La actuación en Balaídos es de una envergadura que requiere la colaboración de Xunta, Diputación y Concello. Ellos siguen a lo suyo, intercambiando puyas y excusas. Como siempre, se les olvida que el dinero público es de todos. Y que entenderse va incluido en sus sueldos.
Flor Currás
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